La integrante del Consejo General del Instituto Nacional Electoral analiza los avances, retrocesos y amenazas a los derechos políticos y electorales de las mujeres en el país.
ALMUDENA BARRAGÁN |El País | México- 03 DE JUNIO DE 2024 – 09:53. «Los hombres nunca entendieron que las mujeres eran valiosas y tenían derechos», dice Rita Bell López-Vences. El abogado y académico de 45 años es miembro del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) de México, el organismo encargado de organizar las elecciones y velar por los derechos electorales de los ciudadanos. Bell López-Vences se sienta a hablar de su carrera y de los derechos políticos de las mujeres en México, pero sobre todo habla de lo que ha aprendido a lo largo de su vida.
Antes de llegar al INE, trabajó en el Instituto de la Mujer en Oaxaca y posteriormente en el Instituto Electoral de Oaxaca, donde se desempeñó como presidenta de la Comisión de Sistemas Normativos Indígenas. «Hay mucho que aprender de los sistemas regulatorios indígenas, que son prácticas que las comunidades han hecho a lo largo de los años y se basan en su propio sistema de elección», explica.
Bell López-Vences es nieta de Elvira, una mujer indígena zapoteca por parte de padre, y Guadalupe, una migrante nacida en Michoacán, por parte de madre. Desde que era joven, su vida y su trabajo han girado en torno a los derechos de las mujeres y los pueblos indígenas. «Tratar casos de violencia de género como abogada me marcó y cambió mi vida porque aprendí a ver mi carrera y la situación de las mujeres desde otra perspectiva», dice.
Desde 1953 las mujeres pueden votar en México. Ese periodo de tiempo, 71 años, no es mucho si se toma en cuenta que el Estado mexicano moderno fue creado hace 200 años. A lo largo de este tiempo, los derechos políticos y electorales de las mujeres han sido constantemente cuestionados y vulnerados, tanto así que en 2014 se tuvo que aprobar una reforma constitucional para proteger su participación. Fue entonces cuando se estableció el principio de paridad, lo que significaba que los partidos tenían que presentar el mismo número de hombres que de mujeres en las elecciones. «Fue crucial», dice el funcionario electoral. «En años anteriores, la presencia de las mujeres en la política siempre fue muy discreta debido a la violencia política de género que les impedía llegar a estos espacios».
A pesar de este logro, las mujeres siguen enfrentando violencia política y fraude, dice Bell López-Vences, quien dice que los criterios de participación deben ser revisados con urgencia porque «algunos hombres han decidido nominar a sus hijas o a sus esposas y así mantener su propio poder».
Desde que se introdujeron las reglas de paridad, la participación política de las mujeres ha crecido en México, lo que ha llevado al gabinete más igualitario de género de la historia, con mujeres que representan el 50% del Congreso y el Senado, y al mayor número de gobernadoras. ¿Por qué era tan importante la paridad en la esfera política de México? «Porque todavía hay grandes desigualdades, y todavía podemos escuchar a los hombres en el poder cuestionar nuestra capacidad y decir que debemos quedarnos en casa», dice Bell López-Vences.
Esta experta explica que la igualdad en la legislación no es suficiente si los partidos siguen perpetuando las mismas estructuras patriarcales y violentas que han tenido desde principios del siglo XX. «Hay reticencias en los partidos porque se trata de poder, y no quieren perder esos espacios», explica. «Los partidos políticos siguen estando controlados por hombres, su círculo íntimo es masculino y los líderes son hombres poderosos, incluso si una mujer llega al poder. Los partidos en México no tienen una visión feminista ni igualitaria, están muy masculinizados».
Fueron las feministas y el amplio movimiento de mujeres quienes lucharon por ser reconocidas como ciudadanas. Desde el Primer Congreso Feminista en Yucatán en 1916, pasando por el derecho al voto y hasta hoy, las mujeres en México han luchado palmo a palmo por sus derechos. Este año, el INE aprobó la iniciativa 8 de 8, un procedimiento para verificar que los candidatos postulados por los partidos no tengan condenas por violencia machista. «Se aprobó poner un límite a tanta violencia de género que existe en nuestro país, y fue gracias a las organizaciones de mujeres», señala.
En Oaxaca se dedicó a trabajar por los derechos políticos en México y contra la violencia política de género, una de las formas más comunes de violencia contra las mujeres, pero una vez allí, se dio cuenta de que no era suficiente. La esfera política tiene que reflejar lo más fielmente posible a la sociedad, y la oradora considera que faltan las minorías, las personas con discapacidad, los indígenas y afromexicanos y las personas sexualmente diversas. Por lo tanto, se tomó una acción afirmativa. «Se crearon cuotas específicas para grupos en situación de discriminación o desigualdad porque la sociedad exigía algo más que una paridad 50-50», explica.
Rita Bell López-Vences dice que ha sido muy difícil llevar a cabo estas acciones afirmativas debido a la resistencia de los partidos. También porque muchos partidos intentaron nominar a hombres haciéndolas pasar por mujeres trans, «es increíble cómo se aprovechan de cualquier hueco para tratar de usurpar una nominación que debería ser auténtica y para el pueblo», dice.
Hace dos meses, por ejemplo, Silvana Valenzuela —la tradicional gobernadora maya-yoreme de la comunidad de La Florida, en el estado de Sinaloa— denunció que varios candidatos que no pertenecían a su comunidad y no hablaban su idioma le pidieron que firmara una carta acreditando que pertenecían al pueblo mayo-yoreme para poder ocupar varias candidaturas indígenas. Y en 2021, 18 hombres del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Tlaxcala se registraron como mujeres transgénero para evitar los requisitos de paridad impuestos por la ley, una estratagema que también se vio en Oaxaca en 2018.
Cuando se le pregunta qué significa para el país tener su primera presidenta, Rita Bell López-Vences reflexiona por un momento: «Creo que eso se definirá por la forma en que la gente gobierne. La cuestión de la participación de la mujer también debe servir a los hombres. Es lamentable que hayamos tenido que poner cuotas porque los hombres nunca entendimos que las mujeres éramos diferentes, que éramos valiosas, que teníamos derechos y una visión del mundo», responde. «Lo ideal sería que un hombre o una mujer entendieran la gran responsabilidad que tienen con los ciudadanos en general, y eso empieza por entender que hay hombres y mujeres y que somos iguales».
Es la primera vez que el Instituto Nacional Electoral cuenta con cinco mujeres en el Consejo y que la presidencia es ocupada por una mujer, Guadalupe Taddei Zavala. Su paso por la institución sin duda dejará huella en su sucesora. Bell López-Vences, sin embargo, no aspira a ser «recordado». «Al final de mi etapa en el INE, me hubiera gustado aportar algo para ayudar a mi país a consolidar un sistema democrático en el que las mujeres y todas las personas puedan llegar al poder».
Cuando se le pregunta qué dirían sus abuelas sobre su condición de funcionaria electoral, responde: «Creo que estarían orgullosas, aunque también muy preocupadas. En el fondo, creo que esto era lo que siempre quisieron para nosotros, después de haber vivido una vida llena de privaciones y sufrimientos. Siempre nos decían: ‘Estudien y busquen la libertad'».